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Tierra (Video-instalación) – Foto: Enrique del Barrio

Con esta exposición dedicada a la obra de Luis Moro, bajo el sugerente título SOS. Save Our Souls, o lo que es lo mismo, Salvemos/Salvad nuestras almas, el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente cierra un ciclo que comenzó hace cuatro temporadas, en 2020, cuando impulsamos lo que en ese momento consideramos un proyecto experimental denominado “Semillero de Arte”. Esta propuesta pretendía crear un espacio de protección, impulso, visibilidad y experimentación para el crecimiento de artistas jóvenes, en un estadio medio de madurez artística, relacionados con Segovia y su provincia, que trabajan de una forma alejada, casi ermitaña, respecto a los circuitos tradicionales del arte, pero con una vinculación directa de su poética creativa con la naturaleza. Además, pretendíamos, con esta nueva propuesta, conceder una importancia especial no solo al conjunto de obras finales, sino, junto a ellas, a los procesos que llevan a la obra final.

Indiscutiblemente Luis Moro no es un artista que esté en los primeros años de su carrera, ni un artista ajeno a los circuitos tradicionales del arte, es más, es uno de los creadores que ha dado esta tierra que más éxitos ha cosechado internacionalmente, su curriculum de exposiciones, premios y otros reconocimientos, lo avalan. Pero precisamente por esto, queríamos cerrar este ciclo planteando el camino inverso. Cómo un artista, que desde muy jovencito comenzó a pintar la naturaleza circundante al aire libre, con su caballete, a la manera impresionista, pronto fijó su atención en la grandeza de esa naturaleza más invisible, casi imperceptible, microscópica, pero tan necesaria para la sostenibilidad del planeta, lo que le llevó a convertirse en una suerte de pintor entomólogo y desarrollar un estilo propio, coherente y reconocido internacionalmente.

Esta vasta trayectoria no nos permitía, como en el resto de ediciones, centrarnos únicamente en la última obra del artista, o en las obras realizadas ex profeso para esta muestra. Por ello, aunque sin intención retrospectiva, conviven en esta exposición obras de más de treinta años de producción, desde 1991 a 2023. En esta selección apreciamos una evolución, un proceso de constante transformación y metamorfosis, como en los ciclos vitales de la naturaleza que inmortaliza Moro en su propia obra.

Volviendo al sentido y origen del semillero de arte, quiero traer a la memoria, unas palabras del filósofo presocrático Anaxágoras que decía: “nada en el planeta procede de la nada, sino que todo se ha generado a partir de todo, por tanto, cada una de las cosas contiene de alguna manera a todas las demás”. A cada una de estas pequeñas e infinitamente divisibles cosas, el filósofo las denominó “semillas”.

Haciendo un símil con esta declaración, podríamos decir que cada una de las obras presentes en esta exposición, y todas las que no están pero que conforman el corpus artístico de Luis Moro serían algo así como la parte de un todo, de una vida dedicada a transmitir a través de su arte, de lucha por la defensa y por la protección del medio ambiente.

Tierra (Video-instalación)

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Luis Moro es un artista poliédrico, que utiliza y experimenta con distintos materiales y técnicas: dibujo, pintura, escultura, vidrio, collage y métodos más contemporáneos, como la infografía (que le ayuda a enriquecer su propio lenguaje, a ser más preciso, esencial) o las nuevas tecnologías.

Es precisamente la secuencia de obras desarrolladas con estas últimas, las que quizá podamos considerar el “semillero” de esta exposición.

Hace más de una década, Luis Moro, en ese afán de comunicar y transmitir, se plantea adoptar nuevos lenguajes con el objetivo de integrar nuevos públicos, sobre todo a los más jóvenes. Así surge la idea de conectar con expertos en nuevas tecnologías y crear un equipo de desarrollo tecnológico que garantice la fusión arte y tecnología. Luis Moro crea ART3D con la empresa de origen segoviano Axertia International. En el año 2013 se presenta la primera experimentación de estas características:  Microcosmos interactivo, en la Capilla del Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente.

Océanos (Video-instalación) – Foto: Enrique del Barrio

Esta primera experiencia permitía la interacción del espectador con la obra animada de Luis Moro en 3D a partir de una kinect, que identificaba el movimiento corporal, posición y gestos y la obra misma reaccionaba a partir de ellos. Al requerir, la Kinect, una serie de características técnicas y espaciales difíciles de adaptar a todas las situaciones, Art3D explora nuevos recursos tecnológicos más autónomos y se “alía” con la realidad aumentada. En este caso, la animación (en 2D o 3D) y la obra bidimensional son propuestas independientes, pero también susceptibles de establecer una convivencia, un diálogo, y ofrecer al espectador una nueva forma de comunicación. Para ello desarrolla una APP propia, Luis Moro AR. Con esta tecnología el artista ha desarrollado importantes series como por ejemplo Columbian Exchange, que presentó en el Museo Witte de San Antonio, EE.UU., en 2018, y con las que Luis Moro, “trasciende” el metaverso con NFT´s.

SOS. Save Our Souls presenta, en la última planta del Museo, animaciones que favorecen la inmersión a partir de potentes videoproyecciones, acompañadas de sonido que secundan los movimientos de cada una de las escenas que la componen. El proceso previo al desarrollo tridimensional lo encontramos en una serie de piezas, que conviven en el espacio con las proyecciones, y en la antesala correspondiente. Técnicas mixtas sobre lienzo, nos anuncian que en las animaciones veremos medusas, peces, saltamontes, cigarras, peces voladores o caballitos de mar. El trazado subyacente de líneas, una especie de cartografía, marca la malla que permitirá al diseñador 3D modelar y dar vida al bestiario de Luis Moro. (Una animación puede contener hasta 180 imágenes para configurarse en 3D).

Llama poderosamente la atención en este preámbulo una pintura, realizada a partir de la técnica de la infografía. Su nombre es Flos Florum, mitad cigarra, mitad flor, que nos recuerda que nuestra propia supervivencia depende del proceso de polinización llevado a cabo por gran cantidad de especies animales. 

A derecha e izquierda de la sala encontramos dos historias: una relativa al mar y otra a la tierra.

Océanos (Video-instalación)

La primera, nos presenta una serie de especies acuáticas que habitan en las profundidades de mares y océanos. En un primer momento estos animales se encuentran en un relajado equilibrio. Destaca la danza del mágico hipocampo o caballito de mar, una de las especies más reconocible en la iconografía de Moro. Un animal diminuto, cuya mayor particularidad es ser la única especie del reino animal en la que el macho gesta a las crías. Son populares los documentales en los que observamos cómo, al ritmo de una maravillosa danza, la hembra deposita los huevos en la bolsa incubadora del macho y éste los fertiliza y protege hasta que son alevines independientes.

Océanos (Video-instalación)

Luis Moro nos recuerda que este pequeño animal está amenazado por la sobrepesca desenfrenada, la contaminación y la acción del hombre.

El fuerte sonido de la bocina de un barco, nos hace conscientes del impacto que nuestras acciones provocan en el fondo del mar. El equilibrio inicial se convierte en tempestad, amenaza, movimiento descontrolado ante lo que sucede. Agravado al mismo tiempo por la presencia de unas sinuosas manchas negras, trasunto de los vertidos tóxicos, “la marea negra”, provocada bien por un accidente o una práctica inadecuada sobre la superficie marina y que es perjudicial tanto para el medio ambiente como para los ecosistemas que habitan en el fondo del mar. En todas las escenas reconocemos las texturas de las pinturas de Luis Moro. Esta pieza nos indica que la vida en el planeta depende directamente del estado de salud de nuestros océanos, por cuanto actúan como reguladores del clima. Sin embargo, la actividad humana y el impacto de la crisis climática está amenazando la supervivencia de miles de especies necesarias para mantener el equilibrio.

Tierra (Video-instalación)

En un paso intermedio, antes de introducirnos en la tierra, un mosaico de hormigas generando, como el propio nombre de la obra indica, señales circulares en un eterno retorno, juega con el espectador que no sabe si se trata de una proyección o una obra bidimensional. Es el recurso del videomapping, que hace aparecer y desaparecer una hormiga de la escena, de forma aleatoria. Es la hormiga una metáfora del hombre, pequeño ante la inmensidad del universo.

Ya en el lado de la tierra el artista nos muestra un hábitat absolutamente equilibrado, donde habitan distintas especies, casi invisibles, pero fundamentales para completar los ciclos de la vida y garantizar el equilibrio del planeta: el Chapulin (saltamontes), palabra formada por chapa (rebotar) y ulli (hule, caucho), por la habilidad de este insecto de rebotar como si fuera una pelota de goma, como vemos en la escena. Son insectos alargados con alas delgadas y apergaminadas, que dan paso a una serie de alados, que ya habremos visto a lo largo de la visita a la exposición. Destaca la presencia de las luciérnagas, esos insectos que tienen órganos lumínicos debajo del abdomen y que ponen luz en la oscura noche. Son todas estas escenas, miradas microscópicas que llaman nuestra atención sobre la importancia de todas ellas en el proceso de polinización, y sobre la interconexión de todas las pequeñas cosas para mejor comprender el funcionamiento del universo.

Señales circulares – Pintura y lienzo y videomapping

Sobre fondo negro, y gracias de nuevo al recurso del mapping, se dibuja lo que podría ser el negativo de la pintura “El árbol de otro mundo”, que nos advierte sobre los complejos ecosistemas que se encuentran en los interiores de los árboles y casi pasan desapercibidos a nuestra vista.

Finalmente, sobre un terreno aparentemente seco, cae una semilla y como si de un renacer o génesis se tratara, brota un árbol en un ambiente renovado, yermo, cuasi celestial. El árbol es el símbolo de la gran madre, de la madre tierra. En él descubrimos su carácter esencial para que haya vida en la tierra, pues nos proporciona el oxígeno necesario para respirar. Al árbol, se acerca un insecto que lo sobrevuela, una cigarra, símbolo del cambio, transformación, resurrección o de afrontar nuevos retos. De la cigarra nacen nuevas pequeñas almas, en un hálito de esperanza y reflexión sobre la resistencia de la naturaleza frente a los agentes perturbadores. Para finalizar, el árbol de la vida, que representa nuestra propia existencia, desde que nacemos, con las raíces bien arraigadas al suelo, hasta que llegamos al final de nuestra vida.

Tierra (Video-instalación)

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Quisiera agradecer al artista, Luis Moro, el planteamiento de una exposición que invita a reflexionar sobre el arte, la naturaleza, y a mover y conmover nuestras conciencias e invitarnos a cuidar nuestro planeta y, en consecuencia, a salvar nuestras propias almas.

Esta exposición no habría sido posible sin la concurrencia de una serie de personas a las que ambos, Luis Moro y yo, quisiéramos agradecer su ayuda y colaboración para llevarla a cabo:

En primer lugar, a Miguel Cereceda, por el magnífico desarrollo curatorial del proyecto y el interesante texto del catálogo.  Al alma complementaria de Luis Moro, a Olga Simsolo, por la coordinación de la exposición desde el estudio del artista. A todo el equipo de desarrollo tecnológico Art3D-GAM-Axertia International. A los coleccionistas particulares que han cedido obras de Luis Moro de su propiedad para apoyar la tesis de la exposición. A Carlos Horcajo, por el maravilloso diseño del catálogo de la exposición. A Enrique del Barrio, por el fiel reflejo de la obra de Luis Moro a partir de sus fotografías. Y al equipo del Museo por el montaje y coordinación de la exposición.

Mención especial merece quien ha favorecido, con su patrocinio, que el semillero haya crecido y dado sus frutos durante todos estos años en el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente: la Diputación de Segovia y, especialmente, a su Presidente, Miguel Angel de Vicente, quien ha demostrado su apoyo a la cultura de Segovia y su provincia. Un reconocimiento especial también a José María Parreño, quien se encargó del comisariado de las anteriores ediciones y a todos los artistas que han dejado sus simientes en esta Institución.

Ana Doldán de Cáceres – Directora / Conservadora Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente