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La pintura de Luís Moro siempre ha asumido el reto de contarnos historias, relatos filtrados entre dibujos ágiles y colores transparentes. Crea a lomos de las grandes narraciones míticas y su obra es una constante metamorfosis de razones y pasiones. Sacrificios y totems. Tauromaquia y paraísos. Figuras protagonistas acuáticas, color y textura, paisajes sugeridos sobre fondos blancos, re-involución imaginaria.
Y una cuidada e integrada variedad de técnicas que Moro maneja con meticulosa precisión y sutil artificiosidad, técnicas mixtas sobre papel, lienzo o tabla, infografías con pinturas, serigrafías con óleos, maderas y pieles zoomorfas, collages sobre dibujos efímeros, papeles recortados, livianos, y bronces patinados en formas de toros, peces o caracoles. Y esta exhibición de recursos permite a Luís Moro la posibilidad expresiva y el atrevimiento demiúrgico de iniciarnos en un “jardín animado”, reflejo de fantasías líquidas, luminosas y transparentes. Imágenes que nos anticipan una conciliación entre la vida vegetal y animal, entre la vida primigenia y la cultura elegante, refinada, pero respetuosa.
Como ya hemos comentado en otras exposiciones, la pintura de Luís Moro es pura zooilogía (1998). Antes compleja y riquísima síntesis de santos y laicos, de ángeles y demonios, de peces y sueños, de máquinas y almas, ahora se aproxima a la realidad virtual. Pintura neobarroca e hipermoderna, a la vez, expresión e impresión. Atrás queda Mitreo, “Papaloapan” (“Río de mariposas”) y “Xoloitzcuintle” son nuevas reencarnaciones. Ahora se suman animales fantásticos, chapulines mecánicos, géminis de caballitos de mar, crisálidas en ojos de pez. Artrópodos experimentales y danzas anfibias en busca de El Dorado. Las pinturas de Moro proponen narraciones en las que se fusionan e integran grafos e iconos, enigmas y zoótropos, cronopios y uroboros, que proceden de culturas diferentes, superando fronteras y prejuicios, desvelando un significado que en buena medida es universal. Moro propone un arte transcultural, con una pretensión pedagógica y crítica, creativa y comprometida, indagando en imágenes microscópicas, oníricas y liberadoras, de “Paraísos elementales” a “Jardines animados”.

Texto de Rodrigo González Martín